viernes, 12 de diciembre de 2014

La madurez, una belleza que rehúsa guardar silencio




El Cardal


 oleo sobre tela - 80X100 - 2014

Cuando  por  primera  vez  tome  conciencia  de la existencia de esta  flor, la encontré  bella instantáneamente, extremadamente  plástica y en cierta  forma   enigmática.

Recuerdo que me demoré más de lo necesario para admirar el  espectáculo  de largas extensiones de cardos  a los  lados  del  camino. Aunque fuese circunstancial, se encontraban por fuera  del límite  de  los  campos  lo que me provocó agrado  por ser tanta belleza agreste.

Siento que es mejor intuir que ver.
 En tal sentido no me gustaría  guiar la  percepción  del   espectador  hacia mis impresiones, condicionando al menos  minimamente su libertad a interpretar. Por otro lado creo que  un punto  de  vista ajeno no tiene  porqué  direccionar nuestro  pensamiento. Sería en tal caso el punto  de  partida  para  la  discusión, para  estar de acuerdo o para disentir  o para encontrarnos en cualquiera de  sus  posiciones  intermedias.

Una obra no posee sólo  un punto  de  vista, el de su autor es solo su visión.  Al compartir ésta visión se abre un abanico  de  posibilidades. 
El  intercambio  nos  enriquece.

Conocí éstos cardos hace muchos años y mi primera visión de ellos se asemejaba a la imagen en la parte superior de ésta página que reproduce el cuadro que acabo de terminar de pintar. Más tarde descubrí que ésta no era su etapa  de  plenitud. Gracias  a mi ignorancia  pude disfrutar de  la belleza de la madurez . 
Este acontecimiento  fue  para  mí,  intensamente  revelador.
La belleza de la madurez por lo que es hoy, no por lo que fue.
Y acaso guarden en su belleza más secretos por descubrir...